jueves, 4 de diciembre de 2014

La Navidad y el Niño Interior



Con mucha esperanza y alegría esperamos el Nacimiento de nuestro Salvador. El nacimiento de Jesús ya no lo esperamos en un pesebre. El lugar de su nacimiento será en nuestras familias, nuestra comunidad, el corazón de cada uno de nosotros. La navidad es ese niño que nace en nuestro interior, que motiva en nuestros corazones los sentimientos más nobles y esa esperanza por un mañana mejor.

Al acercarse las fiestas de Navidad y Año Nuevo, es común que percibamos una sensación muy especial, al traer a nuestra memoria los maravillosos recuerdos de la infancia, que nos conducirán al reencuentro con el niño que tenemos dentro y que de pronto hemos olvidado. Recordemos que nuestro niño interior posee el espíritu de la verdad, vive en sintonía con la naturaleza y ejercita cotidianamente su capacidad de asombro, en un contexto de plena autenticidad. En estos tiempos navideños reencontrarnos con el niño que todos llevamos por dentro, nos ayudará a avivar la llama de la alegría y a promover aquellos sentimientos de amistad y ternura con los semejantes.

Te propongo este sencillo ejercicio de visualización para reencontrarte con tu Niño Interior. Léelo muy bien antes de hacerlo:

Imagina que te sientas en una habitación vacía... piensa en el niñ@ que fuiste a los 4 o 5 o 6 o 7 años de edad... a esa edad tenemos todos una buena dosis de inocencia, amor por las cosas simples. Imagina a ese niñ@ entrando a la habitación llevando consigo sus juguetes favoritos, sus revistas o libros para pintar, su juguete favorito… Y mientras imaginas que él llena con sus cosas el lugar, tú solo míral@, percibe su olor, escucha su voz, admira su tamaño, su ropa, su peinado y lo bello de sus ojos y su mirada...

Cuando estés listo deja que se acerque a ti... Llámalo o acércate... Exprésale que has regresado para estar con él. Mira profundamente los ojos de ese niño: observa su alegría, tristeza, ansiedad... Tiéndele los brazos y envuélvelo en ellos. Abrázalo con amor y ternura, dile cuánto lo amas, cuánto lo quieres, cuánto te importa. Admira a ese niñ@, admíralo totalmente y dile que está perfectamente bien cometer errores mientras se aprende. Prométele que estarás siempre con él, pase lo que pase. Ahora, deja que ese niñ@ se vuelva muy, muy pequeño, hasta que puedas guardarlo dentro de tu corazón. Consérvalo allí para que cada vez que mires abajo puedas ver esa carita que se levanta para mirarte y brindarte todo su amor.

Vivamos intensamente estas fiestas navideñas dejándonos llevar por la emoción, la espontaneidad y el afecto propios del espíritu infantil, que tanto nos enseña en todas la etapas del vivir.

Aquí te comparto esta hermosa canción:
 

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